La bestia despierta...
Ya nadie en la cooperativa, sentada en mi escritorio termino mi informe atrasado.
De pronto de golpe se abre la puerta y de un salto levanto la vista y te acercas rápidamente a mi, sin preguntas, sin pedir permiso, sin pensarlo, me levantas de la silla y me pones contra la pared.
Tomas mi cara entre tu mano mientras la otra fija mi cintura.
"¿Te gusta jugar?" Me preguntas desafiante y tan cerca que puedo oler tu aliento.
"Si, ¿qué vas a hacer? Respondo desafiante.
Sin emitir sonido me besas y llevas mis manos sobre mi cabeza inmovilizandome por completo, (no que quiera moverme a ninguna parte).
Ese beso despierta a la bestia que ya obedientemente había sacado los ojos de ti. Esa bestia que aún no tenia víctima.
Ese beso ya se transforma en un erotico baile de nuestras lenguas que solo ellas entienden, yo ya no tengo el control, la bestia ha despertado.
Sin saber como, te giro dejándote contra la pared sin parar de besarte ni medio segundo. Me recuestas sobre la mesa y tus manos van bajo mi blusa, seguidas por tu boca que recorre cada centímetro de mi cuerpo, mis pechos, mi cuello.
¡Mi cuello! Mi punto débil, con ese me desarmaste y el control desapareció.
Mis manos se va rápidamente a tu pantalón, específicamente a tu botón y cierre. A liberar ese falo que erguido y firme clama por mi.
Tus manos bajan mi pantalón y ropa interior, para casi de inmediato y por fin, poniendo término a estos meses de tortura, me penetras sin clemencia, sin piedad alguna, sin decencia, tal y como la bestia lo esperaba. La desarmas, armas, prendes, apagas... Aún no comprendo y honestamente no me importa, en que momento agarraste este poder.
Casi no puedo contener los gritos en tus embates que me llevan a una velocidad record al climax, ya no puedo más... no puedo más...
No alcanzo a decir me voy cuando me giras y apoyas contra la mesa y continua la embestida. Tomas mi cuello, y llevas mi cara hasta tu boca arqueando mi espalda y me besas. ¡Que beso!
Sin parar de penetrarme, me besas como esperando a que acabe para ver mi expresión.
Te complazco y acabo con tu boca en la mia.
Sudorosa, me dejas sobre la mesa y usas mi humedad para penetrar mi ano, ese lugar que siempre anhelaste. Primero suavemente para ir cada vez más y más profundo.
Me embates una y otra vez hasta que acabas en mi y te dejas caer sobre mi.
¡Que me haces! ¡No podía más! Al menos eso creía, pero nuevamente llego al climax.
Nos vestimos, rápidamente, la cordura lentamente vuelve. La bestia feliz descansa por ahora.
Me miras y me besas...
"Esto es solo el comienzo" me aclaras y yo sin empezar a comprender siquiera donde esto nos llevaría.
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