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DND (Do not disturb) - No molestar.

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  Se sentía como terciopelo el recorrido de su dedo por mi espalda, inundándome de un incómodo placer, de esos que quieres repetir. Tomé mi silla e intenté acercarme a él sin entorpecer su recorrido, dejándole en claro mi total aprobación a su actuar. Nos habíamos sentado en la última mesa del restaurante, esas mesas vip que ocultan a sus comensales de distintas formas. Desde el inicio sabíamos que todo iba a terminar así, intoxicados de dopamina. Su recorrido llego a su final, mi falda. Esa tela traviesa detuvo su andar.  Sus ojos se clavaron en los míos, el silencioso jadeo de nuestra respiración era lo único que rompía el silencio entre nosotros. Sentía como mis músculos se tensaban y relajaban, esa sensación que te hace cerrar los ojos para solo sentir como se va encendiendo cada milímetro de tu cuerpo. Sentía la silla, las contracciones de mi sexo y su humedad, sentía  como, en cada respiración, olas el deseo subían desde la silla a mis hombros. Mi mente se hab...

Antonio

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  Ella sólo se puso el vestido sobre su cuerpo, sin nada más bajo el. Sabía que este turno de noche lo tomaría Antonio, y sus labios ardían de deseo, ese que no había logrado satisfacer de otro modo. Sus pezones se marcaban en el vestido , dejando en evidencia su excitación y podía sentir la humedad entre sus piernas al caminar. Salió de su apartamento cada vez mas excitada e indecisa, tomo el ascensor. Sabía que tenía un paquete en la recepción y que debía retirarlo, esa sería su excusa, solo esperaba que fuera pequeño para que estuviera en el interior de la casilla de Antonio. Al llegar a recepción no había nadie, Antonio lo mas probable es que estuviera en el baño, así que decidió entrar a la casilla de los conserjes, esto facilitaría su plan, pensó. Al estar ahí, a pesar de que su altura le permitía sacar el paquete con facilidad, ella subió su vestido y se empinó de punta de pies, para dejar solo el borde de su culo a la vista, como una invitación para Antonio. Al lleg...

Una sorpresa por la tarde.

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  Y una tarde sobre su cama miraba el cielo de su cuarto cuando de pronto se oye el golpe constante y con apuro en la puerta.  Decide ignorarla, no está para nadie hoy.  Pero persiste el golpeteo, una y otra vez.  A regañadientes se levanta ver por la mirilla y su mundo se detiene junto con los latidos de su corazón. Temblorosa toma la manilla de la puerta y lentamente abre.  Ya todo su cuerpo tiembla. Al abrir ve al otro lado de la puerta unos ojos verdes penetrantes acompañados de un hombre de buen porte.  De inmediato siente el piso moverse bajo sus pies. Lo reconoce de inmediato y sin mediar negociación alguna una lágrima cae por su mejilla.  Su mano va sobre la mesada de la cocina, para lograr mantener el equilibrio. ¿Que hace acá? ¿Como? ¿Por qué? Azotan miles de preguntas en su cabeza. Aun el hombre se encontraba al otro lado del dintel de la puerta, sin emitir sonido alguno más que el estruendoso mirar de sus ojos. Su mano izquierda se apoyaba...