Hoy te quiero en mi cama.

Sábado por la mañana, sólo tu y yo en casa. Tu mano recorriendo mi muslo, tan lentamente, que alcanzo a percibir ese calor que emana sobre mi piel. Percibiendo como subes por mi pierna memorizando cada curva de mi cuerpo, en ese ritmo suave, tortuoso y perfecto. Recorres mi camino sinuoso hasta mi trasero y con tu suave tacto se contrae mi sexo, hambriento, donde la tensión empieza a crecer, esa que solo libera presión dejando escapar uno que otro gemido, acompañando tu ritmo en un canto de profundo y ardiente deseo. Si, contigo no hay vergüenza, soy yo y te encanta. Vuelve mi atención nuevamente a ese calor entre tu mano y mi trasero, ¡Como enciente mi hoguera!. Lo sabes, porque ya conoce cada una de mis expresiones y te llena de goce excitarme con solo tocarme y ver como se encienden y cierran mis ojos rítmicamente en cada toque tuyo. Tu mano sube en ese, al mismo tiempo, maldito y bendito ritmo. Esa mano grande, perfecta ...