Mi musa

 



Su blusa cedió a mis anhelos dejándose caer manifestando la obra maestra que ocultaba bajo de ella. Esos montes dignos de los más bellos poemas ahora estaban frente a mi y mi mente se queda en blanco ante tanto deseo.

Sus manos despojaron sus caderas del pantalón dejando solo esa hermosa lencería de encaje que no hacia mas que resaltar y enmarcar sus gloriosas caderas, esas que entre ellas escondían mi más preciado bocado.

Simplemente me deje caer de rodillas frente a su presencia,  baje mi mirada para poder traer a mi mente un poco de cordura.

Con la delicadeza de un ángel levantó mi cara y se arrodillo frente a mi.

¿Porque semejante ángel se arrodillaria frente a esta simple mortal? Pensé de inmediato. 

Sus manos fueron a mi cintura y tomando los bordes de mi polera lentamente me despojan de ella deteniendo el recorrido en mis brazos, dejándolos presos en mi espalda.

No iba a luchar, estaba a merced de su antojo y ella lo sabia.

Besa mis pechos desnudos suavemente con sus manos sobre mis muslos, su lengua recorre mis pechos desde la base, pasando por mi pezon hasta casi mi cuello.  Como ritual repite su actuar una y otra vez deteniéndose de ves en cuando a jugar, solo rozando, con mis pezones.

Mi cadera, que, mi cuerpo entero se estremece a cada beso suyo sobre mi cuerpo.

Entre sus tibias y suaves manos toma mi cara y su boca besa la mía.  Primero en un suave tacto para luego dar rienda suelta a ese erotico baile de nuestras lenguas.

Me libero mis manos y recorro esos montes que se me privo antes, suaves y manifestando su excitación en la ereccion de sus pezones que no pude resistir de besar y perderme en ellos.

Su espalda se inclino hacia atrás mientras me daba un festín es sus bellos pechos. Apoyando esas manos tras su espalda y abriendo sus muslos invitándome a bajar mis besos.

Sin pensar dos veces, obedezco y beso desde su cuello, bajando por sus pechos, su vientre perfecto para mis ojos, sus caderas y ya totalmente tendida a su merced en la alfombra beso sus muslos.

Con una delicadeza sorprendente, se pone cómoda llevando sus piernas frente a ella, abiertas y reclina su espalda contra la alfombra apoyada sobre sus codos.

Temblorosas mis manos le quitan su lencería  dejando al descubierto ese bosque inexplorado para mi, que más que detenerme me hipnotizada y liberando mis deseos comienzo a besar sus muslos para llegar a ese clitoris que ya crecido para mi, crecido de placer anhelaba mis besos y caricias. 

Me dedico en cuerpo y alma a su placer. Ese que puedo leer en ese baile de sus caderas y como ese vientre se contrae. Son mi guía para satisfacerla correctamente. 

Levanta su espalda y esa mirada angelical ha desaparecido. Ahora sus ojos albergan solo lujuria.

Me posiciona a su antojo y me monta con destreza, como atrapando a su presa  y me devora, sin detención alguna. Bendita boca la suya.

Sus dedos evidencian la humedad en mi sexo, dando pie a que su boca se pierda en mi vicio mientras sus dedos magistralmente juegan en el ritmo preciso.

Pero solo quiero su piel y la tomo para traerla sobre mi y besarla. Aun con sabor a mi.

Nuestros cuerpos se entrelazar al igual que nuestras piernas abriéndose paso a que nuestros sexos se encuentren.

Ella me guía en este nuevo mundo para mi, y frota su vicio con el mio , movimiento que espejo  y descubro el más delicioso extasis en semejante danza.

Su boca me besa cada cierto momento, pero la excitacion se empieza a acumular más y más. Para finalmente ser liberada en un prolongado orgasmo acompañado del gemido más dulce y profundo que me lleva a caer rendida sobre ella. 

Nos besamos tiernamente sobre la alfombra, acaricia mi rostro y me dejo atrapar por morfeo entre sus brazos.

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