Simplemente tres....
Mi corazón no podía creer su suerte nos encontramos y nuestras perversiones encajaron.
Llevamos más de un mes y hasta hoy todo había sido "normal" dentro de mis perversiones.
"Cuéntame tus fantasías "fue todo lo que bastó que dijeras.
"Quiero un trío pero con un hombre" respondí y mis ojos se encendieron.
"Perfecto, ¿con quien?" respondiste para compracerme.
Amas arder en mi infierno.
"Conozco a alguien, solíamos coger en el pasado". Directa no Iba a adornar aquello que no era más que eso sexo.
"Llámalo" me dices.
Un silencio entre los dos clave mis ojos en ti, conoces bien esa mirada.
"Déjame arder en este infierno, sabes que me gusta" refuerzas.
Tomo el teléfono y llame a mi pasado se que él siempre está dispuesto a un buen rato.
"A las 8 entonces la direcciones St Paul 9.11, habitación 701. Nos vemos" corto el teléfono.
"Reserva la habitación de siempre", susurros mientras voy a por un café.
30 para y me desvisto para darme una ducha, tú me miras gozando del cuadro frente ti y mano empieza a entrar en tus pantalones.
"Detente, lo vas a necesitar más tarde, guarda tus ganas" te guiño el ojo.
Te levantas me tomas y llevas contra la puerta del baño, tus manos en mi cuello y tu cadera presionando mi pelvis. Puedo sentir de excitación.
"Me pones a mil, ¿lo sientes?. Dame la orden, tú sabes cual" me ordenas y ruegas, se que no puedes más de ganas y sabes que yo tampoco.
"Nos vamos en 20 minutos" te beso y me voy a la ducha sin antes recordarte:
"Sin tocarte"
Ya vamos en el coche yo llevo un saco y tú camisa y pantalones casuales pero distinguidos, siempre has tenido un gusto para vestirte.
Llegamos y un vallet toma nuestro carro. Llevas con tu mano en la cintura y caminamos hacia la recepción.
"Reserva para Hidalgo, Luis Hidalgo" y pasas tu tarjeta.
"Sí señor Luis, sus llaves. Que tengo una buena estadía" nos despide el recepcionista.
"Lo esperan en su cuarto, como indicó" nos advierte.
"¿Estas bien? te pregunto, "¿No estás seguro de que esto estará bien contigo?"refuerzo.
"Si, muero de ansias por complacerte" respondes con tu mano en mi cara y me besas con ternura.
"También será para tu goce" te respondo.
"Confío en tí" me refuerzas, mientras puedo notar a través de tu pantalón tus ansias.
Abre el ascensor y ya nos espera mi pasado en el cuarto, al vernos llegar se acerca, toda mi cintura y besa mis labios.
"Hola bebé, que contento me puso tu llamado" me saludas, mientras extiendes la mano Luis.
"Te presento a Luis, mi pareja" se inician las formalidades. Pero Juan (mi pasado) nunca le han interesado las formalidades.
"Ordené de tequila, ¿aún lo bebes?" me preguntas alzando dos vasos cortos, uno para mí y para Luis.
"Si claro, tú sabes que es mi debilidad" respondo.
Juan me toma de la cintura me giro y mirando a Luis le ordenó:
"Siéntate ahí, vas a mirar un rato"
Obediente como siempre, te sientas sobre la poltrona de terciopelo verde, apoyando ambas manos en los brazos.
Juan rápidamente me desviste entre besos en el cuello y yo hago lo mismo. Besa tan bien Juan.
Sus manos van a mis pechos y se distancia de mi permitiendo que Luis pueda vernos.
Acaricia mis pechos y lentamente llegan mis pezones para darles la presión justa que me haces exhalar un gemido suave, casi un exhalación de placer.
"¿Sin límites?" Pregunto mirando a Juan, se la respuesta de Luis.
"Sin límites bebé " responde Juan.
Mis manos empujan a la cama a Juan, desnudo, con ese miembro listo para nuestra acción apoyo mis manos sobre la cama doblandome y exhibiendo mi estrechez humeda a Luis, se que lo vuelve loco.
Mi boca rápidamente engulle ese miembro sobre la cama sin juegos hasta la profundidad de mi garganta. Lentamente me retiro sólo hasta la cima de semejante obra de arte, dejo que mi lengua juegue un instante y llevo una mano a mis labios que están húmedos frente semejante placer.
Te bajas el pantalón y deja salir tú erección libre, quitas tus zapatos, camisa y terminas de desnudarte.
Dejas esa poltrona y frente me estrechez te arodillas para comer mis labios y bañarte a su humedad mientras esa lengua tuya coquetea con mi clítoris.
Tu habilidad es tal que mantener mi ritmo sobre Juan se hace muy difícil, solo mi mano se aferra a el entre ola y ola de placer, pero mi boca no da tregua y vuelve a ser miembro hambrienta.
Cómo buen dominante que puedes ser te levantas tomas mi cintura y me alejas de él, para girarme y besarme exhibiendo con desplante tus ganas frente a Juan.
Sin dejar de besarte voy retrocediendo guiándote como un lazarillo a su dueño hasta llegar a Juan, quien rápidamente entiendes su turno y tomar mis caderas para irme sobre tu pelvis donde lentamente se apodera de mi ya humeda estrechez con delicadeza, buen ritmo. Ya sabe de mis gustos y perversiones.
Finalmente mi pelvis toca sus muslos y un gemido se escapa de mi boca, solo puedo pensar que por fín cumplo esta fantasía.
Esa mezcla de placer, excitación y nerviosismo por no saber si me gustará esta locura o no.
Como leyendo mi mente mis hombres calman mis pensamientos con caricias besos precisos, invitándome a dejarme llevar y soltar las aprehensiones de quien solía ser previo este despertar.
Muevo mis caderas sobre Juan para sentir su invasión dentro de mí, deliciosa y profunda.
Te arrodillas y te hundes entre mis piernas sincronizandete con los movimientos de Juan en un erótico baile que me acerca cada vez más clímax que no quiero llegar, quiero disfrutar este viaje.
Mis ganas de ti me hacen traerte a mi boca, ya estoy lista.
Te beso con sabor a mí, inclinandome sobre Juan abro el acceso a ti.
Mi excitación nubla opaca y supera mi nerviosismo.
Como bien me conoces, besas mis pechos y te quedas en mi cuello mientras tu mano va a entre mis piernas para asegurar que estés lista.
Apoyas tus manos en los pilares de la cama y me penetras, confirmando todas mis fantasías y el placer llega a un nuevo nivel donde no hay razón, aprehensiones ni lógica solo animal, salvaje y bestial deseo.
Ya los movimientos no son suaves, tu excitación se sincroniza con la mía al igual que la de Juan.
Cuatro manos sobre mi, dos hombres dentro de mí, no puedo más de placer, disfruto cada segundo.
Cambio de lado, se que añoras mi estrechez, me giran, Juan cambia de preservativo, tu colocas el tuyo y ahora me montó sobre Juan, besándolo el me penetra mientras tu entras por mi hambrientas estrechez.
Esta vez tumbado sobre la cama, ya quien ha caricia quien pierde sentido, seis manos recorren tres cuerpos.
Apoyo mis manos sobre la cama pero tus embistes me privan de mis fuerzas y me dejo caer sobre Juan.
¡Qué goce!
Nuevamente todo se nubla, veo en los ojos de Juan una excitación desbordada al mismo tiempo que veo los límites desaparecer de sus ojos.
Me tumbo sobre la cama liberándome de ambos para poder retrasar mi llegada al clímax. Juan se levanta al verte abrir mis piernas y luego de retirar tu preservativo embesrirme esta vez sin piedad.
Juan clava sus ojos en mí y doy mi consentimiento, se tus gustos, hoy no sólo se cumplen mis fantasías amor.
Las manos de Juan van a tus caderas y eso no detiene tus embestidas. Lleva su dedo a tu estrechez, como buscando tu aprobación para lo que se viene.
Te detienes por un segundo y te retiras de mi. Sé que dudas, te miro con complicidad.
Rojo= detente,
Amarillo= advertencia. Ese fue el trato previo.
Miro tus ojos esperando oir alguno de los colores y nada sale de sus labios.
Me arrodillo y me entrego a tu placer, tomo las caderas de Juan y lo llevo a presionar su miembro contra tu estrechez.
Tus manos en mi cabeza y la otra a tu boca para acallar ese eco de placer que suplicas salir.
Ahora tu mano va a la cadera de Juan para darte aprobación, eres el centro de todo el placer y la fuente del mío al contemplar semejante cuadro.
Ya no hay mano que calle nuestro placer y la paredes se inundan de goce, se pintan de gemidos y placer que jamás han visto.
Veo como te desarmas de placer y decides compartir entre mis piernas transfiriendo embestida por embestida la olas de placer que Juan te entrega.
De pronto un grito unísono de los tres estalla en un gran ondas sonoras sobre la habitación estampando esta historia cada rincón.
Como buenos chicos que son recambian preservativos y me transforman ahora en el centro del placer, de tal manera que solo tardo minuto en volver a estallar de placer en un clima aquí que revienta los límites entre el cielo y infierno dejandome en el más delicioso limbo.
Simplemente desfallezco de placer. Juan me besa, se despide y nos deja.
Qué noche, que goce, que historia escribimos en estas paredes.
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