Entrégate...
No se porque, solo se que fui a ti cacería.
No tenias opción, de verdad no tenias.
Mis ojos te decían claramente a donde quería llegar y que no habría tregua.
Entre a tu oficina, cerré la pesada puerta de madera y te mire directo a los ojos, como una chita mira a su presa.
Tu mirada dejaba entrever una mezcla de miedo y ganas. Como siempre eres indescifrable, pero esta vez no me detendría el no saber.
Me siento frente a ti y sin preámbulos te recuerdo de aquel día, el primer día que nos volvimos a encontrar en la oficina, ese día en que me decías todo lo que me querías hacer.
"Me dejaste en llamas ese día, que no te habría hecho ese día " empecé mi monólogo.
"Recuerdas que me dijiste?" Pregunto
Veo como traigas saliva, evidentemente nervioso.
"¿No te acuerdas?, me decías como jugarías con mis pezones por sobre la ropa... sigo?" Pregunto para darte tregua.
El mensaje era claro...
"Si lo recuerdo" finalmente me respondes.
"Que ganas de sentarme sobre esa mesa y que me tomaras ahí mismo" descaradamente te relato.
"Primero me pararía a tu lado dándote pie para que tu mano se meta bajo mi falda. Tomaría tu mano y la llevaría a mis muslos, para que lentamente subas hasta encontrarte con la sorpresa que no llevo ropa interior" relato mientras leo tu cuerpo y me dice lo mucho que te excito.
Se que estas al límite.
"¿Sigo?" Te pregunto
"Si, por favor " me sorprendes con tu respuesta.
"Llegarías hasta mi intimidad y verías lo lista y humeda que estoy para ti. Ahí me penetrarias con tus dedos, con esa puerta abierta e intentaría contener las ganas de gemir mientras tus dedos juegan dentro de mi" sigo con mi relato, no se de donde salen las palabras, ya no hablo yo, es la bestia.
"¿Se fueron todos?" me interrumpes.
"No se, ¿porque?" Pregunto con malicia y una mirada que te desviste.
"Anda a ver, no puedo pararme" me sonríes.
Vuelvo y me acerco. Tu miembro esta que revienta ese pantalón, me dejas ver lo tenso que esta tu pantalón.
"No hay nadie aca" te miro sin sacar la vista de esa tensión que solo llena de hambre a la bestia. Siento como el control se escapa por mis poros, reemplazandolo un calor incontrolable.
Me paro a tu lado, estamos a centímetros y abro descaradamente mis piernas, dejando acceso a mi intimidad.
"No soy de fierro, me estas matando" me dices.
"Pierde la razón y te quito las ganas" te respondo.
Simplemente te rindes a tus deseos, a ese calor que se te consume como a mí.
Y me tomas, sientas sobre la mesa, abres mis piernas y besas mis muslos por el camino que te lleva a mi intimidad, donde te sumerges entre mis fluidos y gemidos mudos, dándome placer, ese placer que añoro hace mucho tiempo.
Tomo tu cabeza y te apreso, hasta que se que me acerco al climax. Te levanto y bajo ese pantalón dejando salir esa erección hermosa, humeda que me llama a comerla.
Te siento en la silla y me arrodillo frente a ti, engullendo ese miembro que me llena de placer, lo engullo hasta que mo garganta no de más.
De pronto alguien llama tu nombre y me oculto bajo tu escritorio aun con acceso a ese miembro, que me ve y llama a que lo goce.
Es tu jefe, y se sienta a conversar sin sospechar que estoy bajo la mesa y tragando tu miembro.
Habla por minutos y mi lengua recorre ese erecto miembro, mientras veo como intentas disimular tu excitación.
Ese miedo a ser descubiertos, esa adrenalina es de lo más excitante, de solo recordarlo le humedezco.
Parece que no quiere irse y mi lengua continua la tortura jugando con la punta de tu miembro circularmente, mientras mi mano ancla tus pies al piso, asegurándome que no puedas huir.
Te empiezas a retorcer de placer y tu miembro de hincha cada vez más. Te excita esto tanto como a mí.
Finalmente tu jefe se retira y se despide dejando claro que eres el último en irse en la oficina.
"Adiós, no te vayas tan tarde" te indica.
Se va y te libero.
Tiras la silla atrás, me levantas y rápidamente subes mi falda, me giras y apoyas sobre la mesa.
Siento como tu miembro se abre paso entre mis muslos y me penetra, salvajemente, bestialmente.
Nuestras bestias se entienden, nuestras perversiones conversan.
Ya estoy por acabar, intento extender el placer lo más que puedo, pero no es mucho lo que puedo hacer, mi cuerpo me ruega la catarsis del climax.
Tomas mi cuello y me llevas a tu boca, por fin se a que saben esos labios y me saben a victoria.
Mis manos se aferran con toda sus fuerzas a tu escritorio, intentando canalizar esta energía que me llena y quiere salir en un grito de placer.
Finalmente me rindo y mi cuerpo se desarma en un orgasmo que lleva meses esperando acabar. Siento como el placer me desarma bajo tu pecho y mis brazos ceden para dejarme caer sobre el escritorio, dejando mi estrechez libre para ti.
Sales y lentamente te abres paso en mi estrechez, se que quieres acabar ahí. Lo has añorado por meses.
"¿Puedo?" Preguntas tiernamente.
"Si, por favor " te respondo entre ruegos.
Suavemente te siento entrar en mi estrechez y esa mezcla de dolor y placer es intoxicante.
No duras mucho y mi goce acaba junto con tu suave bramido mientras tu pulsando miembro revienta de placer y me llena de ti.
Rápidamente nos vestimos y me besas.
"Superarte todas mis fantasias" me dices.
"Esto fue solo una probada" te amenazo.
Comentarios
Publicar un comentario
Déjame tu comentario