Labios Rojos

 



Todo partió con unos mensajes de twitter, juegos inocentes de escritora a escritora, mi orientación sexual estaba clara, pero de vez en cuando llamaba a mi imaginación cómo sería sumegirme en los brazos de otra femina, siempre quedando en eso, imaginación.

De tweets pasamos a mensajes de texto donde desatábamos toda nuestras habilidades de letras, letras que nos encendían y terminaron en mas de una ocasión llevándonos en una noche de ciberpasión, donde ya nos abrimos a entrar a nuestras sábanas y entre audios conocí tu voz que gemido a gemido nos llevó a nuestro primer clímax.

Esos audios y esas imágenes de tus montes, tu vicio, tus curvas, verte entregada al placer que mis letra provocaban en ti, me humedecía cada vez que volvía el recuerdo a mi mente.

De pronto una invitación, un café sorpresivo y muy excitante. Imposible contener las espectativas.

Nos juntamos en la cafetería bajo mi loft, mi corazón latía en mi cuello. Te veo entrar y mi respiración se detiene a igual que mi corazón.  Nuestros ojos se encuentran y no sé si fueron segundos o minutos pero simplemente me perdí en ellos. 

Nos interrumpe el garzón, para ofrecernos la carta. Pido por tí, aun recuerdo lo que me dijiste que tomabas: café negro con 5 endulzantes y unas gotas de leche de almendra.

Me sonríes, complacida de mi memoria pero no salen palabras de mi boca hacia tí, sólo puedo pensar en ponerla sobre la tuya.

No resisto más y te invito a seguir tomándonos el café en mi loft a lo  que accedes.

Pagas y caminamos hacia el ascensor encubriendo las ganas con conversaciones miscelenáneas.

Llega el ascensor y entramos sólo nosotras, me inclino y presiono mi piso y las puertas se cierran sentenciando nuestra suerte.

Tu mano va a mi cintura y me acerca a esos labios rojos que sólo quiero morder. Llevo mi mano a tu espalda, descubierta por esa polera que cubre lo justo.

Sentir tu piel me pone a mil y me robas un beso, ese beso que invita a mi mano a recorrer tu espalda mientras nuestras lenguas se entrelazan en un baile ardiente con un toque de novedad y tabú.

El timbre del ascensor nos interrumpe abriendo sus puertas a mi loft. 

Sin derramar una gota de café caminamos a mi puerta y me detienes el café para poder abrirla. Pero enlenteces mi gestión mordizqueando mi cuello, encendiéndome a tal nivel que mi coordinación falla al menos tres veces para poder meter la llave al cerrojo.  

Finalmente abro la puerta, dejas los cafés en la mesita del  hall y nos empezamos a besar ya sin medida, sin control. Beso tu cuello y te despojo de tu polera y brasiere al mismo tiempo que tú haces lo mismo conmigo interrumpiendo el eterno beso por un segundo para liberarnos de las poleras. 

Beso tu cuello, saboreando tu dulce aroma, ese aroma intoxicante que me lleva a bajar a tus pechos y sumejirme en ellos besándolos desde la base y con mi lengua voy subiendo por tu monte hasta llegar a tu cima que suavemente muerdo para darte ese golpe de placer que tanto deseas.

Tu cuello se inclina hacia atras y un gemido se escapa de tu boca.  Mis manos te despejan de tu falda y bragas, mientras mi boca sigue su recorrido por tu cintura, vientre, caderas y muslos, me detengo acá, enlenteciendo mi camino para aumentar tu deseo por mi. Tus manos van a mi cabeza en desesperación porque me sumerja en tu intimidad. Pero me tomo mi tiempo. 

Recueda, tu tortura es mi placer.

Me tomo mi tiempo para sentir tu suave piel en la punta de la yema de mis dedos, en sentir como aumenta ese olor a vicio que por primera vez siento.

Tu cuerpo se contornea de placer, de ansias, de excitación.

Me levanto, te beso y tomo tu mano para llevarte a mi cama, donde te recuesto.

Dejo las luces en en la intensidad perfecta para un ambiente acorde a mis intensiones y poder ver tu hermoso cuerpo sobre mi cama. 

Me despojo de mi ropa o lo que queda de ella y sin mas preámbulos ni juegos,  me trepo sobre la cama y como una pantera,  hambrienta por su presa, sin quitarte los ojos de encima, camino sobre ti para empezar besando tu pies y subir por tus piernas hasta llegar a esos labios que deseas tanto que bese.

Todo se pone borroso, húmedo y excitante. Olvido todo y simplemente me entergo a tí.

Besas mi intimidad y te agarras de mis pechos como buscando ancla para no nufragar entre mis mares.

Luego es mi turno y la tensión se acumula más y más.

Ahora tus piernas se entrelazan con las mías guiándome por este terreno desconocido para mí y descubro un éxtasis infinito entre tus piernas, uno que aumenta más y más la presión que el placer genera al acumularse entre roce y roce hasta que ya no puedo más y mi espalda, brazos y cuello  pierden control junto con un bramido de placer que hace eco en cuadras a la redonda amplificándose cuando se encuentra con el tuyo.

Caémos rendidas, tu sobre  mí y nos besamos tiernamente. Mi mano toma tu rostro y mis ojos se pierden en los tuyos, calmándo mi respiración.  Me desarmo entre tus brazos  y beso esos hermosos labios rojos. 

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