Un deseo sin acción

 


Dia de mucho trabajo en la cooperativa,  dia sin descanso, pero un día en el que solo podía pensar en una cosa: Someterte.

Al finalizar el día vas a mi oficina y me pides unos repuestos. "En la biblioteca de repuestos estan" y nos vamos hacia allá.
Estamos solos, caigo en cuenta en el camino.

Solos en esa sala, inocentemente busco esos repuestos para ti,  inclinándome de tal forma que se que mi blusa exhibe más de lo correcto.

Finalmente encontramos los benditos repuestos y te los paso  uno a uno y nuestras manos por primera vez se rozan. Extiendo mi placer al máximo. 

Tomo los últimos repuestos y los extiendo hacia ti.

Tu mano va a tomarlos y los acerco a mi cuerpo, en clara invitación a jugar.
Mis ojos clavados en ti, en esos ojos que escaparon de los míos todo el día. 
Te acercas a tomarlos y ya los llevo detrás de mi espalda con una maquiavélica sonrisa.  
Retrocedes, cierras la puerta, te acercas y tu mano ya esta en mi espalda. Casi puedo olerte.

No te mueves y yo tampoco. Aquí es el momento de la verdad, rompemos los límites o se quedan. 

Un silencio eterno entre nosotros y levemente me inclino hacia a ti a lo que tu respondes acercándote más.
Ya estas a un centímetro mio, un centímetro de mi boca, solo las mascarillas nos separan. 

Mi mano baja mi mascarilla mientras mi corazón se sale del pecho en su latir. No te mueves, no te alejas.
Mi osada mano va hacia tu cara, la recorre junto con tu cabello. Creo que ya no respiro.

Luego va por tu mascarilla, la tomo y paro  para ver tu reacción.
Tomas mi mano y sacas tu mascarilla.  Tu mano va hacia mi nuca y me besas. ¡Si, me besas!

Me empujas contra la biblioteca de repuestos y por fin perdemos el control.
Besas mi cuello, mis pechos, subes mi falda mientras yo bajo tu pantalón.
No hay preludio, eso ya no es necesario. La pasión nos consume, el control y la cordura nos abandona.

Me haces tuya contra esa biblioteca,  una y otra vez. Desafiando la gravedad, desafiando las posibilidades que todo salga mal, desafiando lo correcto. 
¡¡¡Mi prohibido, mi inspiración,  hazme tuya una y mil veces!!!

Finalmente ya no solo el sudor corre por nuestro cuerpo, me bañas en tu néctar que corre por mi interior. 
Acabas con tu mano apoyada en la biblioteca y la otra en mi trasero.

"¡Oye! ¿Me las vas a pasar?" Me despiertas de mi transe erótico.  Me traes a la realidad.

Te entrego los repuestos, me agradeces y te vas. Dejándome ahí, llena de ideas y reprochandome no haber actuado. 

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