Sexo en pandemia...

 



Desde que partió esta pandemia, pensé que el sexo sería para nuevos tiempos.

Como si supiera mi bestia, esta animal que despertó dentro de mí para quedarse,  decidió salir a pasear. Este día caluroso no daba para sostén, por lo que solo traía polera. 

Me llevó por el camino directo a tu casa, con la perversa intensión de recibir nuevamente  unas caricias, unos besos en mi cuerpo que le dieran ese placebo para poder aguantar esta pandemia.  Hambrienta llego a tu casa y abres la puerta dejándome entrar.

No pasaron ni cinco minutos y notaste la ausencia de mi sostén, tomándolo como una invitación a tomarlas y besarlas.  Me llamas a tu lado, dominante como siempre, y la bestia, sumisa, se acerca obedientemente  a ti.

Como siempre, yo  con mascarilla. "No me he cuidado tanto para enfermarme ahora", pensaba.

Mas que extraño, se sintió altamente erótico, simplemente sexual, nada intermedio. Esa sensación de restricción, de límite me erotizó a niveles que sé desconozco aún su totalidad.

Que delicia sentirte entrar en mi estando en cuatro apoyada en ese sofá, como siempre acomodándome al ángulo perfecto para sentirte hasta lo más profundo de mi interior.  Siempre con la mordaza, con la mascarilla puesta. Esa rienda que me controla, que me limita y a la vez de enciende insospechadamente.

No es la carencia de sexo lo que me tiene erotizada, es este nuevo contexto de descubrimiento, de libertad, de poder que siento.

Este empoderamiento de ser ,y permitirme, ser una mujer altamente erótica, caliente como nadie, con placeres fuera de lo común, me excita y llena de poder, poder que me excita y así empieza el círculo virtuoso que despierta a esta bestia.

No puedo esperar a que llegue nuevamente ese día en que la bestia me lleve a tu casa, con la rienda puesta, pero esta vez con la venda lista para que sin contemplación ni dudas hagas de mi tu juguete sexual.  Que esa venda exacerbe todos mis otros sentidos y cada caricia tuya sea como un golpe de corriente por mi piel. Que beses todo mi cuerpo pero con el límite de la rienda, siempre puesta, siempre segura. Esa rienda que hoy llega a complementar el condón, pero que llena de placer al ser un límite, un límite que no se traspasa, una imposición que debe ser cumplida por ti bajo mis órdenes.

Sumisa y dominante al mismo tiempo, alumna y maestra en la misma persona.

Y sé que es solo el comienzo, y que no puedo esperar a seguir encontrando nuevas presas para alimentar esta bestia que, bajo sus consentimientos, se libera, no se mide, no razona, despedaza y vuelve a armar.  No se sacia, siempre quiere probar un nuevo sabor, una nueva sensación, un nuevo poder.  Quiere llevar placer al punto de hacerlos explotar de deseo, y recibir placer de eruditos sexuales que puedan enseñarle nuevos caminos para el placer.

Esta bestia ya no se conforma con promedio, ni principiantes.

Una bestia que hoy quiere volver a tomar esa silla y mamarte hasta llenarse de tu leche por todo el cuerpo. Sentir cada centímetro de tu pene, cada curva de su piel, cada vena, cada sección de su cabeza. Lamerlo en todo su largo y por qué no también sus bolas.

Estar todo el tiempo que me dé la gana mamándote sin que nada ni nadie nos interrumpa. Esta vez quiero verte acabar, pero te quiero retorcer de placer, quiero que por segunda vez pierdas el control. Mas que masturbarte a ti, me masturbo yo contigo tomando ese clímax como propio, como un trofeo.  Con las reglas claras los dos, nos liberamos y esta brutal trasparencia de tus intenciones es un imán para mi, se que a que voy y te gusta. Y tu falta de tabú, tu libertad da rienda suelta a la mía.

Quién diría que en época de pandemia, en esta mujer despertaría una bestia erótica, sexual, sensual que se acepta, libera y se permite todo.  Que no discrimina genero de su víctima, que quiere probar mujeres, que quiere probar tríos, gangbangs... con la persona adecuada esta bestia no tiene límites.

Esta bestia ¿encontrará a su par?


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