Mi Señor

 



Un dia tranquilo y caluroso estábamos  solos, ya terminaba el día.

Estamos cada uno haciendo lo suyo en la cooperativa. 
Voy a tu cubículo para preguntar algo, inocentemente me apoyo en tu mesa y mi falda levemente se sube.

Tus ojos no pudieron disimular el como esperabas que subiera un poco más esa falda. 

Sin hacer caso a tu lenguaje corporal,  ya habías sido claro con tu rechazo, seguí con el tema laboral ingnorandote por completo.

Das vuelta tu taza de café y parte de ella salpica sobre mi.

Instintivamente te levantas de tu puesto para limpiarme y ya estando muy cerca te frenas. Recordaste la pandemia mundial.

Estabas a centímetros de mis piernas, te detienes, respiras profundo y tu mirada se levanta del suelo a mis ojos. Inspiras profundamente. 

Gritas: "Al carajo todo"

Te acercas, me tomas de los brazos con fuerza. Me empujas bruscamente contra la pared, sin pedir permiso, sin disculpas. 
Tomas con tu mano mi cara, jadeante frente a mi te intentas contener, puedo sentir tu respiración. 
Sacas mi mascarilla con tu otra mano, mientras tus caderas me mantienen prisionera contra el muro. Tan cerca que me permiten sentir lo excitado que estás. 

Son segundos que se sienten como minutos, esos que dudas, esos que intentas controlarte, pero finalmente sedes a tus deseos. 
Tu mano toma mi nuca, y me lleva a tu boca, donde nos fundimos en un apasionado beso, el mejor beso que me han dado.  

Mi temperatura rápidamente sube.Ya no hay asombro.

Sin palabra alguna, me giras y tiras bruscamente mi pecho contra la ventana usando mi nuca como timón. 

Ahora tu mano va a mi cuello, el que presionas la medida justa desde atrás, mientras tu otra mano sube mi falda y corre a un lado mi ropa interior para abrir camino a tu miembro erecto.
Primero, como probando el terreno, me penetras con tus dedos para darte cuenta de lo humeda que estoy. 

Sin mas preambulo, si es que todo lo anterior lo podríamos considerar como tal, me penetras contra el muro, mis manos contra la ventana. Ya no te importa nada y me encanta.

Sentir como ese miembro erecto se abre paso a mi interior es el goce máximo, sin delicadeces, sin preambulos, sin preguntas, se abre paso como un conquistador en el amazona. 

Me embates una y otra vez, cada vez mas fuerte que la anterior al mismo tiempo que vas presionando mi cuello para dejar en claro quien tiene las riendas en este momento.

Siento como tu pelvis golpea la mía en una danza que solo tu y yo conocemos el ritmo. Ese ritmo sin decencia. Ese hermoso sonido que emiten tus cuerpo golpeando mi trasero es como el cantar de los tambores de algún ritual pagano que definitivamente esta poseiendo mi cuerpo. No lo combato y me sumerjo en este ritual, ese ritmo, me entrego a ti. 

Luego me giras y como quien toma su juguete, me llevas a la mesa, donde me sientas y abres mis piernas para esta vez poder leer el placer en mi cara.  Me llevas a la orilla de la mesa y nuevamente siento como te abres camino, esta vez ya es mas rápido tu recorrido. Tu mano vuelve a mi cuello, nuevamente dejando en claro quien es el Señor.

Esa sensación de tu mano en mi cuello, me super excita, algo impensado para mi, pero me dejo llevar por la excitación y el ritual, hoy seré tu sumisa. 

Me embates brutalmente, animalmente, siendo guiado solo por tu pasión y ya no me interesan las apariencias por lo que gimo y contengo los gritos. Pero mis expresiones gritan por mi.

Te das cuenta que entro en este juego de dominancia, ya es un lenguaje sin palabras, solo nuestro. Te sacas la corbata, me giras y amarras mis manos tras de mi. 

Doblas mi cuerpo sobre la mesa, con tu pie separas mis piernas y mis manos atadas son ahora tus riendas.

Me nagueas aumentando mi excitación tras cada golpe, aumentando la mia y la tuya al darte cuenta que me gusta este juego.

"Cuenta" me ordenas.
Zas! " Uno" obedezco,
Dos, tres, hasta 6... mis nalgadas rojas  y mi intimidad humeda a mas no poder.

Metes casi tu puño en mi intimidad y seguido me penetras esta vez para llevarme al clímax. Tu mano toma las mías atadas para darte poder y fuerza.

Esta vez tu látigo es tu miembro, que me penetra más y más fuerte.

Siento esa energía como se acumula en mi, siento como la excitacion esta al límite del desborde, ya no soy capaz de nada más que de entregarme a tu ritmo y caprichos. Fuertemente una y otra vez, como buscando partirme en dos, me vas penetrando mientras tus dedos penetran mi estrechez, primero uno y luego dos.

Me llevas al climax entre sudor, contorsiones y gritos mudos.

Sacas tu miembro y suavemente penetras mi estrechez ya preparada por tus dedos.

No hay dolor, solo placer. 

Liberas mis manos y ahora esa corbata ata mi cuello, como si fuera mi collar.
Tomas de la corbata y mantienes justo la presión adecuada dejando en claro quien  manda, quien  marca el ritmo.
Despacio, rápido, despacio, ritmo impredecible que me excita aun más, hoy tu tienes el control y los sabes.

"Eres mía" gritas.

"Soy suya" respondo asumiendo mi rol.

Nuevamente me llevas al extasis, pero esta vez me acompañas llenando mi estrechez de tu leche divina.

Me acaricias la cabeza, sueltas mi cuello  y me liberas de mi rol.

Me besas tiernamente y te vistes. 

"Gracias mi señor" Pienso.

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