Un Almuerzo entre Vecinos
Nada hacía presagiar el vuelco de ese día.
Fue un día normal de confinamiento, si se le puede llamar normal al confinamiento.
Ya llega la hora de almuerzo y de pronto suena el timbre. Molesta me acerco a la puerta, molesta porque mi almuerzo no consistía en comida, sino que en darme mi merecido placer de medio día.
Mi vecino en mi puerta, "Te puedo ayudar en algo" Le pregunto
"¿Puedo pasar?" osadamente me pregunta.
"Claro" y lo desinfecto según mi protocolo.
" En que te puedo ayudar, ¿Quieres un café?" Le ofrezco cordialmente
"Claro, gracias" responde "¿Vives sola?" preguntas con asombro.
"Si, ¿qué ocurre?" Ya pensando en llamar a la policía, esto se estaba poniendo extraño
"¡Tus gemidos me vuelven loco! Disculpa lo directo, pero desde un tiempo que no estoy con nadie y tus gemidos... ay! tus gemidos"
"¿Que tienen mis gemidos? ¿Te molesta el ruido?" Sonreí pícaramente
"Todo lo contrario, me tomó meses animarme a venir" me respondes
"¿Qué esperas? ¿Esta es tu seducción? Me rio entre letras, demasiado obvio para mí.
"Soy del tipo más directo. No voy con indirectas"
"¿Y qué vas a hacer, directo?" Ya mis ojos se tornaron rojo, ya estabas frente a la bestia, era tu momento.
Apoyada en la mesa, con las manos sobre la isla, la polera se subía lo justo y mi excitación se mostraba a través de mi polera, por la ausencia de mi brasiere.
Te levantaste, tomaste mi cintura y como si pesara un kilo me sientas sobre la cubierta.
"Eres directa y eso me gusta" hablas
"Tienes 45 minutos, tengo una reunión después"
Y tus manos fueron rápidamente a despojarme de mi mascarilla, "¿puedo? estoy vacunado,¿ y tú? "También. si, puedes". autorizo.
Sacas mi mascarilla, y tu boca me besa.
Bestialmente y sin misericordia mi mano va a tu largo pelo en un tomate improvisado que me parece muy sexy. Lo tomo como una rienda lo tiro hacia atrás dejando expuesto tu cuello. Ataco sin piedad comiendo y lamiendo cada parte de ese cuello y tu erección no tarda en quedar en evidencia, una muy grande por lo demás. Grata sorpresa.
Tus manos sacan mi polera y dejan mis pechos desnudos y erectos que devoras como el manjar mas delicioso, una maestría entre la suavidad de tu lengua sobre la punta de mis pezones y la presión de tus labios en el contorno de mis pechos.
Te saco la polera, descubriendo ese pecho que ya conocía y deseaba.
Con brutalidad perfecta, tus manos toman mi trasero y me clavan contra ti sintiendo la presión de tu erección contra mí. Una presión precisa para que me puedas llevar a horcajadas a mi cama.
Saco mi pantalón mientras sacas el tuyo, abro mi cajón y te paso un preservativo.
"Siempre lista" dices entre risas.
Abro mis piernas dejando claro que no quiero hablar. Tus ojos quedan clavados y tus brazos se entrelazan con mis piernas y me acercas al borde de la cama para comer mi vicio, sin perder tiempo, con tal maestría esa legua en tiempo record me lleva a mi primer orgasmo.
Tomo tu pelo y te subo hambrienta que me penetres, clavando mis uñas en tu trasero mietras lo llevo contra mi.
Tus manos llevan las mías sobre mi cabeza y atrapas mis muñecas mientras me embistes por primera vez sin piedad alguna, perfectamente bestial.
Mis piernas te abrazan para llevarte mas y mas adentro, Dios que eres grande.
Te levantas, mostrando tu pecho como Dios griego y sin dejar de embestirme ahora tu mano estimula mi clítoris mientras la otra levanta mi pelvis. Sabes lo que haces.
Voy a reventar de nuevo, lo sé.
"Gírame" te ordeno
Como si me tratara de una pluma, tomas mi cintura y me giras. Me penetras nuevamente y esta vez llevo mis manos a mi espalda cruzándolas para que las atrapes con tu mano.
Entiendes rápidamente donde voy y me atrapas las manos dejándome inmóvil y con la otra presionas mi cabeza contra la cama dejando mi culo en perfecta posición para sentir tu penetración en toda su profundidad.
Una o otra vez, ya no puedo más, me voy de nuevo.
Con mi mano, dentro del poco control que me queda, tomo mi dildo anal y el lubricante de mi mesita de noche.
"Pónmelo" te ordeno entre gemidos.
Lo bañas en lubricante y me penetras con él mi culo para seguir embistiéndome ahora desbordado de excitación ante tal osadía mia.
Ahora mis manos libres, se aferran a la almohada intentando extender el clímax, los gritos son descollantes y te super excitan.
Tú no te quedas atrás, tus bramidos son música para mi bestia.
Ya no puedo mas y llego nuevamente al climax, con un grito sordo reviento de placer y sin bajar mi culo, retiro mi dildo.
¿En serio? me preguntas
"Si, lubrícate y llévame a otro climax, vamos por el tercero"
No puedes creer el desafío, y suavemente entras por mi ya dilatado culo abriéndote paso primero suave y deliciosamente. Poco a poco tu excitación te gana y vuelve la bestia ya embistiendo mi culo sin piedad pero bien lubricado, donde no existe dolor, sólo placer.
Mis gritos distan mucho de dolor, el placer me recorre toda la espalda, que dicha radica en el sexo anal.
Me embistes una y otra vez, y tu mano estimula mi clítoris acto digno de contorsionista, pero que cada segundo me acerca más al clímax.
Ya siento como tus bramidos se intensifican, como ese clímax se acerca al igual que el mío.
"¡Acaba! reviéntame el culo" ordeno
Y solo bastó esas palabras para que acabaras en un bramido infernal que reverberó por todas las paredes de mi departamento.
Yaces a mi costado, me besas y veo la hora.
"Tengo reunión bello, tendremos que seguir en otra ocasión. " te invito a salir cordialmente
"Tienes mi número, estoy disponible a tus antojos. " me respondes
Me besas mientras nos vestimos, te retiras y empieza mi reunión.
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