Violeta

 







Conoció a Violeta en una fiesta, luego de unos tragos y un poco de baile entró Dante mas en confianza y se acercó para besarla. Ella lo besó, no tenía reparos cuando deseaba algo y Dante era una escultura griega. 

No perdieron tiempo y fueron a la casa de Violeta que estaba a solo unas cuadras de  donde estaban. 

Al llegar a su casa, mientras se besaron se quitaron toda la ropa y Dante pensó en el sofá (lo más cercano), pero Violeta tenia otros planes.

Violeta tenia una apariencia bastante promedio, ni delgada ni gruesa, tenía sus carnes bien distribuidas y eran abundante en la justa medida. Su vestimenta era siempre impecable, gustaba de la moda y tenia un toque excéntrico que acentuaba aún más esa personalidad extrovertida.

Era un verdadero imán para los hombres solo por la energía y confianza que irradiaba. 

Lo que no sabía Dante era que ella tenia unos gustos un tanto peculiares, pero pronto lo averiguaria.

Violeta lo tomo de la mano y lo llevó al cuarto,  lo tendió en la cama y pregunto: ¿que tan lejos quieres llegar?

Dante quedo desconcertado por la pregunta,  jamás le habían hecho semejante pregunta. Tomó un respiro profundo y le respondió: Donde me quieras llevar. (Dentro de su cabeza no creía que ella fuera muy lejos, se veía muy chica bien)


Ella saco de bajo de la cama las amarras para las menos y pies de Dante. Lo montó y sentada sobre el amarró sus muñecas y pies. 

Se levantó y del closet sacó una pequeña fusta, a lo que Dante aceleró su respiración. 


"Estas son las reglas: si no quieres algo o quieres que me detenga dices rojo, si quieres que baje la intensidad es amarillo. Debes  consentir antes de cualquier cosa que haga, ¿esta claro?" Violeta lo miraba sin expresión. 


"No lo se... nunca he hecho esto. Venia solo por sexo normal" dijo Dante inquieto.


Violeta nuevamente lo monto y libero de sus amarras. Tomo la ropa de Dante y se la entregó. 


"No me interesa lo tradicional, eres guapo y con una buena verga, pero salvo que seas capaz de abatirme no hay chance" dijo Violeta mirándolo con ojos de decepción. 


"¿Crees que no puedo?" Dante aceptaba el desafío.


De un salto se levantó de la cama, tiro a Violeta sobre ella.

Tomó a Violeta de las caderas y de un golpe la llevó al borde de la cama.

Se arrrodillo y se dio un festín en los labios y clitoris de Violeta. 

Sorprendida por las habilidades de la lengua de Dante, no podía más que retorcerse sobre la cama. Dante controlaba el ritmo y la acercaba y alejaba del clímax, haciéndola desear explotar en su cara. Ella, aferrada a sus almohadas rogaba terminar, su cuerpo bailaba al ritmo de Dante y la tensión que acumulaba en su clitoris  era más y más. No sabía que podía resistir tanto, sentía que iba a estallar.

Dante la llevo al límite,  ella iba a estallar, no cabía duda.  Se levantó y la embistió con ese sable ancho y durisimo, tenía un tamaño de esos que Violeta necesitaba para su placer.  Con una bestialidad empezó a embestirla sin detener el aumento de la fuerza y la intensidad haciendo acabar  Violeta estallando en un bramido de placer, pero Dante no se detuvo y los embistes continuaron más y más fuertes, más y más profundos.

La tomo de la cintura y la giro como si fuera una pluma, con su mano llevo la cabeza de Violeta contra la cama y dejo fija su mano en el cuello de ella presionandola contra la cama.

Violeta con su cupo erguido y escurriendo de excitación, abrió levemente sus piernas y en un gran golpe el sable de Dante llegó hasta lo más profundo de la cueva de Violeta.

Sin soltarla la penetraba una y otra vez mientras se acumulaba más y más la excitación entre las piernas de Violeta, que contraia y soltaba su vagina dándole más placer a Dante. Era su sello.

Dante la soltó,  llevo los brazos de Violeta tras su espalda y la detuvo con sus manos mientras entre embestida y embestida Dante arqueaba su espalda, llevando su cabeza hacia atrás y sus ojos se tornaban blancos.

Violeta finalmente no pudo más y llegó nuevamente al clímax,  sentía el alivio de la liberación de esa energía pero no quería que se detuviera,  en sus embestidas lo sentía hasta lo más profundo de su cueva, el grosor del sable de Dante le permitía rozar y estimular cada centímetro de su cueva, estaba en la gloria misma. 


Dante liberó las manos de ella (por fin pudo tomar un buen trago de aire), la giró y llevó las piernas de ella contra su pecho.

Y sin detenerse ni dar tregua continuó con su bestialidad, uno tras otro, recorriendola completa en cada embestida, rozando todas las paredes de su cueva, volviéndola loca.


De pronto todo se tornó brumoso, ella se desvanecía en tanto placer, sentía como se perdía en cada embiste de Dante, como su mente desaparecía y solo sentía ese placer inconmensurable que el le daba. 

El sudor de Dante caía sobre ella como gotas de oro, ese sudor que la intoxicaba con el aroma delicioso que expelía. 

El soltó sus piernas y la monto llevándola más al interior de la cama. Era un pitbull sobre ella, sus ojos eran fuego, lujuria, descontrol y ella se perdió en ellos. Era su idioma favorito.


Ya los gemidos eran al unisono, de pronto todo se sincronizo, y es bruma de placer se hizo más y más densa hasta que en su más profundo embiste estallaron de placer llenándola de gloria y derrumbándose sobre ella.


Violeta agotada, complacida, se dio cuenta que conoció a su par.


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