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Violeta II

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  No podía creer su exhausto, el que por primera vez ella haya sido la sorprendida, que ese hombre que dormía a su lado le empataba en su juego. Si bien esto la hacía feliz, despertó en ella la necesidad de superarlo, su lado competitivo siempre tomaba lo mejor de ella. Decidió que había pasado tiempo suficiente para que descansará y desapareció bajo las sábanas. Se enfrento a su falo durmiente y la punta de su lengua tocó a penas su glande y este respondió con un leve movimiento. Su mano fue a la base de ese falo, que ya era suyo, y suavemente hizo presión en la base con sus dedos, simulando un anillo. Empezó a sentir como se engrosaba más y más, ya su lengua recorría los bordes de ese hinchado glande y podía ver el efecto que provocaba en el, cada vez más erecto, más deseoso de ser engullido por ella. Dante despierto ya no emitió sonido, disfrutaba mucho ser despertado así. Cerró los ojos y se perdió en las sensaciones que cada toque de la lengua de Violeta le probocaba...

El sexo en evolución

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  Esta historia parte con la experiencia donde por primera vez tuve el peor sexo de mi vida, fue un desastre - si son de mi época, imagínense a Mr. Bean teniendo sexo-   no podía creerlo, menos de semejante Adonis que estaba probando, un hombre que de verlo daba hambre, si me entienden. Este Adonis se me acercó a conversar, obnubilada por su estampa no era mucho lo que lograba atender a su historia, solo escuché que estaba vacunado ya y esto era suficiente. Me planteó que el no quería nada más que sexo y fue música para mis oídos (ya me conocen). De inmediato le indique que queríamos lo mismo, solo sexo casual y que era fémina no se enamoraba. Pero ni en un millón de años esperé encontrarme con semejante realidad. Luego de este desastre dije, no me llamará, es imposible, nadie lo hace después de semejante desastre. Me equivoque, me contactó y solicitó una segunda visita. Luego de mucho pensarlo, decidí intentar una segunda vez, segunda “cita” – y lo pongo entre comillas ...

Violeta

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  Conoció a Violeta en una fiesta, luego de unos tragos y un poco de baile entró Dante mas en confianza y se acercó para besarla. Ella lo besó, no tenía reparos cuando deseaba algo y Dante era una escultura griega.  No perdieron tiempo y fueron a la casa de Violeta que estaba a solo unas cuadras de  donde estaban.  Al llegar a su casa, mientras se besaron se quitaron toda la ropa y Dante pensó en el sofá (lo más cercano), pero Violeta tenia otros planes. Violeta tenia una apariencia bastante promedio, ni delgada ni gruesa, tenía sus carnes bien distribuidas y eran abundante en la justa medida. Su vestimenta era siempre impecable, gustaba de la moda y tenia un toque excéntrico que acentuaba aún más esa personalidad extrovertida. Era un verdadero imán para los hombres solo por la energía y confianza que irradiaba.  Lo que no sabía Dante era que ella tenia unos gustos un tanto peculiares, pero pronto lo averiguaria. Violeta lo tomo de la mano y lo llevó al cuarto,...

Una noche mágica

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  Entre las burbujas de la champaña se desvaneció nuestro sentido común. Era una reunión de amigos como cualquier otra, de esas que hemos tenido mil veces. No sé qué cambió esa noche, conversamos una botella, luego otra y luego otra. Fuimos el chiché del alcohol, esa tradicional excusa de la perdida de cordura por las burbujas. Sin saber cómo, terminamos besándonos, absolutamente embriagada nuestra razón, entregados a los instintos más básicos, eso que ni las buenas costumbres, ni la sororidad, ni esa capacidad de los seres humanos de contenernos cuando sabemos que de no hacerlo nos restará el resultado más que nos sumará, pudo controlar. Pero esto no fueron instintos básicos, no fue la clásica noche de lujuria y desmadre. Esto fue amor. Fue lento, bello, natural, embebido de cariño. Primero nos perdimos en besos eternos, esos que compensaban años de ausencias y porque no de ganas. Mis manos recorrían tu cabellera crespa rubia, tan suave que me perdía en ella mientras m...

Devil

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  Leía como un maestro mi oscuridad y se alimentabas de ella, recorria mis tinieblas cambiándolas por fuego,  ese que recorría sus venas. Tomaba mi debilidad y la hacía su poder, sólo su silueta me hacía correr a las tinieblas buscándole, podría sentir sus huellas y me guiaban a ud., como una flecha a si objetivo, disparada por el mas experto, Ud. Al unirnos era suya y ud. mi maestro de las artes siniestras, donde obedientemente entregaba mi cuerpo a cada uno de sus deseos, cada siniestra idea era mi orden y siempre era un si. Solos, cuero, cera, cuerdas, seda, dolor, variedad, todo estaba permitido con Ud. Ahora el fuego corría por mis venas y solo Ud. sabe controlarlo.

Carta para un ruego

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Un ruego a mis amantes: Hay veces que solo quiero que me arrojen contra la pared y me penetren ahí mismo. Pero también hay veces que quiero que lentamente de exciten, en la velocidad justa que bordee en la tortura explotando mi incapacidad de esperar, mi necesidad de control, mi impaciencia. Donde lentamente te pierdas en mi cuello y tus manos viajen por mi cuerpo bordeando mis zonas erógenas sin ir directamente a ellas, haciéndome casi rogar porque te pierdas en ellas y me lleve al clímax. Desnudándome lentamente, quitándome la polera, disfrutando cada centímetro de piel, tomándote el tiempo de sentir cada poro de mi piel. Liberándome de mi sujetador y deteniéndote a contemplar mis pechos, como si te detuvieras a ver la obra de arte más bella, para luego perderte en ellas, pero primero ve con el tacto, suavemente recorre mis pechos bordeándolos hasta llegar a los pezones a un ritmo perfecto, guiado por mis reacciones y cuando llegues a la cima presiones con fuerza ligera sus punta...

Un mensaje al vecino...

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  Buscando una excusa, te escribí un whatsapp que para mi sorpresa inició una larga conversación que terminó en una invitación para reunirnos al día siguiente en tu apartamento. Reunión a la que yo fui con mis intensiones muy claras y eran de llevarte a la cama. Toqué tu timbre y ¡GAME ON! gritaba mi cabeza, venía con todas mis armas listas y dispuestas, la Bestia venía hambrienta imaginando todos las formas en las que quería desatar mi lujuria sobre ti. Me recibes muy cordial, me ofreces un café y asiento. Comenzó una conversación donde lo único que estaba en mi mente era lo que la bestia planeaba mientras miraba tus labios. Pero, al salir del trance lascivo en el que me encontraba, pude notar en unos minutos tu indiferencia y desbaratando aparentemente todos mis planes. Mi respuesta interna no se hizo esperar y un lado mío quería ser directa, seducirte y cortar el juego de una vez por todas, mi otro lado contemplaba tu lenguaje corporal como un indicativo de la total ausencia d...